De la palabra al mapa: el náhuatl como forma de territorialidad frente al despojo inmobiliario en San Andrés Cholula
- Melissa Schumacher
- 24 sept
- 2 Min. de lectura

Con motivo del Segundo Coloquio Nacional en Lenguas Originarias, organizado por la BUAP y la UDLAP, el equipo de Hilando Territorios llevamos a cabo un Taller de fotobordado intuitivo con estudiantes de arquitectura, antropología y lingüística de ambas universidades, además de participantes de otros centros de investigación.
El propósito del taller fue visibilizar que el náhuatl no es solo una lengua, sino también una forma de territorialidad para el pueblo originario de San Antonio Cacalotepec, que ha sufrido la pérdida de su territorio debido a la urbanización masiva. En este contexto, el náhuatl se convierte en un instrumento de resistencia frente al despojo cultural y espacial.
El taller fue facilitado por Laura Romero, Melissa Schumacher, Sonia Hernández Aco y Andrea Galindo, integrantes de nuestra colectiva.
En una primera parte, se presentó el caso de estudio de San Antonio Cacalotepec y el trabajo de mapeo participativo en el que se recuperó la toponimia náhuatl de sitios, caminos y espacios agrícolas que existían antes de la llegada de los fraccionamientos. Posteriormente, se explicó a los participantes cómo el suelo agrícola ha sido transformado en áreas urbanas, ocupadas hoy por modelos de fraccionamientos y zonas comerciales cuyos nombres, en muchos casos, resultan ajenos a la historia y memoria de la comunidad.
Como antecedente, se mostró la primera pieza de fotobordado realizada por el Comité de Mujeres del Pueblo Originario de San Antonio Cacalotepec, y se invitó a los participantes a intervenir fotografías en blanco y negro de espacios urbanizados —como Lomas de Angelópolis— bordando en ellas sus nombres originales en náhuatl.
El resultado fue profundamente reflexivo: permitió a un grupo de estudiantes que hoy habita esos espacios confrontar la idea de que antes del “desarrollo inmobiliario” existía una narrativa territorial propia, tejida con memoria, lengua y vida comunitaria.
ConclusiónEl fotobordado se convirtió en una herramienta creativa para reconocer que las ciudades no se construyen sobre vacíos, sino sobre territorios habitados con historias y significados previos. Este ejercicio nos recuerda que nombrar es también habitar, y que al recuperar la lengua y los símbolos del náhuatl en el paisaje urbano, abrimos caminos para resistir al olvido y fortalecer la identidad comunitaria frente al avance de la urbanización salvaje.

Estudiantes de arquitectura, antropología y lingüístca participando en el taller de fotobordado intuitivo 2025



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